Es una realidad que mucha gente que se acerca por primera vez a la cultura española tiene la cabeza repleta de tópicos y de generalizaciones: «Todos los españoles bailan flamenco», «Adoro la comida española. Siempre que puedo como paella y gazpacho», «Me encanta el fútbol español, el Real Madrid y el Barcelona». Dejando a un lado el hecho de que toda generalización es injusta, estas ideas estereotipadas sobre España ocultan la realidad de que nuestro país posee una enorme riqueza y variedad. Cuando nos adentramos un poco más en la realidad de España, comienzan las dudas y algunos malentendidos, sobre todo si quieres realizar algún tipo de trámite burocrático. Estas dudas surgen, precisamente, debido precisamente a uno de los aspectos derivados de esa gran diversidad de la que hablamos. Por eso, hoy vamos a explicar cuál es el modelo territorial de este país.
En la Constitución Española de 1978, que es la norma básica por la que se rigen todas las leyes del Estado, en el artículo número 137, dice que: «El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.»
Como vemos, desde el nivel más bajo y concreto, que es el municipio, subimos hacia el nivel de la provincia para terminar en el más alto, justo antes del Estado, que es la comunidad autónoma. Las CC.AA. (Comunidades Autónomas) tienen, como hemos visto que dice la Constitución, un cierto grado de autonomía o competencias, sobre todo para regular cuestiones como la sanidad, la educación, el medio ambiente o el turismo. Es por eso que, en determinadas situaciones, algunas gestiones administrativas no pueden realizarse en las oficinas de alguna entidad del Estado, sino en las de la Comunidad Autónoma.
Pero vamos a comenzar por el principio, y esto es hablando de los municipios. El municipio es la unidad territorial más pequeña con autonomía propia. Los municipios están gobernados por un Ayuntamiento, formado por un número variable de ediles o concejales, en función del tamaño del municipio, a la cabeza del cual se encuentran el Alcalde o Alcaldesa. En España hay en la actualidad 8.131 municipios. Estos tienen competencia, o capacidad para legislar y actuar, sobre cuestiones relacionadas con la limpieza y la gestión de la basura, el transporte, el control del tráfico, los festejos o la convivencia entre los vecinos, entre muchas otras.
Según dice la Constitución en su artículo 141, la unión de varios municipios limítrofes (esto es, que se encuentran uno junto a otro), formarán la siguiente entidad propia, que es la provincia. Las provincias, al igual que los municipios, responden en su forma actual a razones históricas y de tradición, aunque no siempre han estado constituidas por los mismos municipios a lo largo de los siglos. La actual división provincial de España tiene su origen, aunque con algunas modificaciones desde entonces, en la que se hizo en el año 1833. El gobierno de la provincia es la Diputación Provincial en la península, así como los Cabildos o Consejos (Consell) en las islas Canarias y Baleares. Las funciones de las diputaciones provinciales (o “diputaciones forales”, en el caso de las del País Vasco o Euskadi y de Navarra), son principalmente representativas, ya que su labor fundamental es la de servir de apoyo y coordinación a los distintos municipios de la provincia.
El tercer escalón en la configuración territorial del Estado es la comunidad autónoma, de las que la Constitución de 1978 dice que son algo así como la unión de provincias limítrofes con «con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica». La formación de las distintas comunidades autónomas fue uno de los puntos que más dificultades tuvo durante las negociaciones y la redacción de la Constitución. El problema principal estaba en la tensión entre un modelo tradicional y centralista del Estado, que era el que defendió durante todos sus años de existencia la dictadura franquista, y un modelo en el que distintas territorio tuvieran un grado de autonomía mayor, en especial aquellos que reclamaban derechos históricos, como Cataluña y el País Vasco.
En estas regiones, Euskadi y Cataluña, ha habido demandas de independencia y una mayor autonomía política, lo que ha llevado a tensiones políticas y sociales. A pesar de estas tensiones, el sistema territorial español ha demostrado ser estable y efectivo en la gestión de los asuntos internos del país. Las CC.AA. han sido capaces de desarrollar sus propias políticas y programas, y han tenido un papel importante en la promoción de la diversidad cultural y lingüística de España.
El número de comunidades autónomas es de 17, además de las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, en el norte del continente africano. Cada comunidad autónoma tiene su propio gobierno, su parlamento y su estatuto de autonomía, el cual determina sus competencias y sus relaciones con el gobierno central. En general, las comunidades autónomas tienen competencias en áreas como la educación, la sanidad, la cultura, el medio ambiente y el transporte, mientras que el gobierno central tiene competencias en áreas como la defensa, la política exterior y la política económica.
De todas las CC.AA. hay que destacar el País Vasco y Navarra, que tienen la denominación de “comunidad foral”, lo que significa que su estatuto de autonomía recoge tradiciones y características históricas que hacen que su autogobierno sea algo diferente al del resto de autonomías; esto es especialmente llamativo en el caso de la gestión de impuestos, que en estas dos CC.AA. es una competencia propia mientras que en todas las demás se comparte con el gobierno central. En el extremo opuesto, debido a sus características específicas de tamaño y ubicación, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla son las que cuentan con menos competencias propias, ya que es el estado el que se encarga de los servicios básicos.
Algo que hace muy especial al modelo territorial de España es que esta división en comunidades autónomas responde, en la mayoría de los casos, a la existencia de una cultura y una idiosincrasia propias y distintivas. Esto es especialmente llamativo en el caso de las lenguas. Sin olvidar que el español es lengua oficial en todo el territorio, en algunas CC.AA. existen otras lenguas cooficiales, que en esos territorios tienen el mismo nivel de protección y de difusión que la lengua común. Las lenguas que recoge expresamente la Constitución son el gallego, el vaso o euskera, el catalán y el valenciano, aunque hay algunas otras que diferentes colectivos políticos y sociales tratan de promover, como el asturiano y el aragonés.
Además, debido a la enorme variabilidad geográfica y climática del país, los distintos aspectos que forman la cultura de sus gentes son de una riqueza interminable. Músicas folklóricas, gastronomía, tradiciones, celebraciones o instituciones ancestrales. Además, según recoge la propia Constitución, algunos municipios se agrupan de maneras distintas a la de la provincia., como en el caso de las comarcas, los valles o las merindades, entre otras. Estas comarcas suelen coincidir con regiones históricas que tienen características geográficas, humanas e históricas comunes. Normalmente no tienen entidad propia y su función es, sobre todo, la unión de fuerzas entre territorios limítrofes con características y necesidades comunes.
En conclusión, la organización territorial de España es compleja y variada pero, en definitiva, se basa en un sistema que busca la unidad desde la diversidad. Las comunidades autónomas tienen un alto grado de autonomía política y administrativa, pero en última instancia están coordinadas por el gobierno central, situado en la capital del país, Madrid. Este sistema ha permitido a España gestionar de manera efectiva sus asuntos internos y promover la diversidad cultural y lingüística del país.