En este episodio Roi y Paco vamos a hablar de algunas situaciones embarazosas o vergonzosas que nos han ocurrido recientemente.
Transcripción del audio
Hoy Hablamos, episodio 1572. Situaciones embarazosas.
Bienvenido a Hoy Hablamos, el podcast diario para aprender español. Los viernes publicamos dos episodios.
En el episodio premium de hoy, Rebe y yo hablamos de algunos servicios raros o poco convencionales que podemos encontrar en el mundo. ¿Quieres mejorar tu español escuchando este audio? Pues hazte suscriptor premium en: hoyhablamos.com.
Ahora, en este episodio, Paco y yo vamos a hablar de algunas situaciones embarazosas o vergonzosas que nos han ocurrido recientemente.
Hoy hablamos de momentos vergonzosos.
Roi: Hola, Paco. ¿Qué tal?
Paco: Buenos días, Roi. Buenos días, queridos oyentes. Bueno, bueno, aquí estoy un poquito nervioso. Me imagino que tú también, ¿no?
Roi: Yo también un poquito, Paco, porque hoy vamos a contar situaciones embarazadas.
Paco: Perdón, Roi, ¿has dicho situaciones «embarazadas”?
Roi: Bueno, un chiste muy malo. Situaciones embarazosas; embarazosas o embarazadas, es fácil confundirse con estas dos palabras.
Paco: Ahora sí. Es que antes, claro, me habías confundido. Ya sabes que no te había entendido.
Roi: Vale, pues mira…
Paco: No, pero sí, es verdad que es una confusión habitual, especialmente entre angloparlantes.
Roi: Claro, claro. Por supuesto nosotros los nativos no nos equivocamos entre «embarazoso» y «embarazada». Pero nos equivocamos en otros momentos, metemos la pata y tenemos situaciones embarazosas, situaciones vergonzosas, situaciones… ¡ay, ay!, que dices: ¡Ay!
Paco: Ay, ay, que dices: «tierra, trágame», ¿por qué he tenido que hacer eso?, ¿por qué he tenido que decir eso? Y es que muchas veces quieres actuar como una persona normal, pero es difícil porque muchas veces, como dices, metemos la pata, decimos cosas que no queremos o hacemos cosas y luego pensamos: ¿por qué habré hecho esa tontería?, ¿por qué habré comentado esa estupidez?
Roi: Pero bueno, somos humanos y nos equivocamos. A veces nos ponemos en ridículo, cometemos algún error o decimos alguna tontería y, claro, nos da vergüenza, pasamos momentos vergonzosos. Pero esto nos ocurre a todos. A algunos más que otros, quizá, pero todos, en algún momento de nuestra vida nos ha ocurrido que hemos dicho una tontería, que hemos hecho algo absurdo, que nos hemos tropezado o lo que sea, y hemos pasado vergüenza porque alguien se ha reído por la situación.
Paco: Y ahora que hablas del verbo «tropezar», seguro que conoces el dicho que dice que «El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra». Pero yo no estoy de acuerdo. Creo que no solo dos veces, sino tres o cuatro, o cinco.
Roi: O toda la vida. Hay gente que tropieza toda la vida con la misma piedra.
Paco: Exacto. No, no, es que la piedra es muy grande o queremos volver a tropezar. ¿Tú, Roi, te pasa a ti te pasa algo similar? ¿Tropiezas muchas veces con la misma piedra?
Roi: Sí, en ocasiones sí. Intento evitarlo, pero todos, a veces volvemos a cometer el mismo error y decimos «¡joder, otra vez me pasa lo mismo!». Bueno, pues hoy vamos a hablar de situaciones vergonzosas. A ver, no son cosas muy vergonzosas, porque tampoco, lamentablemente no hemos tenido situaciones terribles en nuestra vida relacionadas con la vergüenza. Digo lamentablemente, Paco, porque a mí me gusta cuando me pasa algo así, porque puedo contarlo en el pódcast y entretener a toda la audiencia.
Paco: Es verdad. De esa manera hay, hay chicha, hay carnaza, hay cositas que contar. Entonces, no nos gusta contar que, por ejemplo, estuvimos de vacaciones y que todo salió a la perfección, todo según lo planeado. No, no, no. Nos gusta contar alguna anécdota de que alguien se cayó por algún lugar o de que el camarero se tropezó. Nos gustan las historias.
Roi: Sí, la verdad es que sí. Porque, a ver, está bien tener viajes agradables sin ningún contratiempo, pero cuando ocurre algo así complicado, es interesante contarlo. Si todo va bien, no es muy interesante. De hecho, Paco, yo voy a empezar a contar alguna situación un poquito vergonzosa y voy a contar algo que me ha pasado justo hoy, hace unas horas. Unas horas antes de grabar este episodio, he tenido que ir al al médico a hacerme un, un análisis de sangre, algo muy rutinario. A ver, no fue una situación muy embarazosa, pero, pero me hizo gracia porque lo que ocurrió es que me sacaron sangre y nada más sacarme el primer bote de sangre, cuando llevaba como diez segundos sacando sangre, yo ya empecé a notar, Paco, que me iba a desmayar. No sé por qué, tengo un cuerpo muy débil o lo que sea, pero cuando ya me sacaron el segundo bote de sangre, la enfermera me miró así raro, me dijo: «¿Estás bien?», y yo le hice así, con la mano, diciéndole: «No, no, no».
Paco: Regular, estoy regular, no te voy a engañar, no te voy a decir que estoy bien.
Roi: Y caput, Paco, caput, me desmayé.
Paco: Que te desmayaste.
Roi: Sí. Lo bueno es que estaba en una silla muy cómoda, entonces fue un desmayo muy agradable. Y estaba Rebeca conmigo y, y claro, nosotros estamos en Chipre, entonces los médicos no hablan español. Y entonces Rebeca me dijo luego que se puso un poco nerviosa porque pensó «a ver si ahora me van a empezar a preguntar cosas, le va a pasar algo a Roi y voy a tener que hablar con la gente», porque Rebeca todavía no tiene un nivel de inglés tan avanzado como para hablar de cosas de médicos y tal. Pero bueno, todo salió bien, Paco.
Paco: Pero el desmayo, me interesa también hablar del desmayo. ¿Cómo ha sido? ¿Ha sido un desmayo de esos brutales en los que te caes al suelo, te golpeas la cabeza, o te has quedado ahí, en el sillón o en la silla en la que estaba sentado?
Roi: Exacto. Lo último. Ha sido un desmayo de estar viendo una película muy aburrida en el cine y te quedas dormido en la butaca. Ese tipo de desmayo. Porque me sacaron, me sacaron sangre en una silla muy cómoda, por cierto y ya está, me quedé en el sitio, no, no me moví.
Paco: ¿Y cuando te has despertado te has sentido un poquito, te has sentido débil, un poco pues mal, por supuesto, pero te ha dado vergüenza o estabas tan débil que no te ha dado vergüenza?
Roi: A ver, no me ha dado mucha vergüenza, la verdad. O sea, obviamente, un poquito de vergüenza puede darte porque dices: «¡joder!, me sacan sangre, un tubito enano, que no es nada, y me desmayo a los diez segundos. ¿De verdad soy tan débil?». Pues sí, lo soy.
Paco: No, no, no, Roi. Eso es que a lo mejor te dan miedo las agujas. Hay muchas personas a las que les pasa. ¿Te pasa a ti también eso?
Roi: No, no me da miedo. No sé muy bien por qué me desmayo, la verdad, porque no es una situación que me dé miedo, pero no es la primera vez que me pasa. Entonces, los médicos sabrán por qué pasa. Mi médico me dijo: «No te preocupes, esto ocurre siempre». La típica excusa que te dicen cuando hay un momento así un poco vergonzoso y te dicen «no te preocupes, esto le pasa a casi todo el mundo», y en realidad no le pasa a nadie, a nadie en la vida, es la primera vez que se desmayaban en ese centro médico una persona con tan poca sangre.
Paco: Pues ya sabes, para la próxima vez que tengas que hacerte un análisis de sangre, tienes que ir al centro médico con un casco, un casco de moto, porque nunca se sabe si va a ser un desmayo más, más fuerte o no.
Roi: Claro, por si me caigo. Pero bueno, ahora ya, ya voy entendiendo mejor mi cuerpo y ya sé que, cuando saque sangre, tengo que tener cuidado. Lo cual he pensado: «si un día me hago un corte fuerte, me voy a desmayar, me voy a caer rendido».
Paco: Roi, pues ten cuidado porque veo que ahí a tu lado tienes algunas hojas, algunos folios, a ver si te vas a cortar y te desmayas ahora mismo.
Roi: Pues poca broma, poca broma. Pero bueno, esta fue mi historia y también lo bueno, Paco, que es lo que hablaba con Rebeca hace un rato, es que ha estado bien que haya pasado porque así nos reímos después, tenemos algo que contar. Si no hubiera pasado eso hubiera sido una mañana superaburrida, rutinaria, de ir a sacar sangre. Al menos me desmayé y fue un momento gracioso.
Paco: Y no solo gracioso, sino que también es una oportunidad para que los estudiantes practiquen con el verbo «desmayarse».
Roi: Un verbo muy importante.
Paco: Un verbo muy importante, porque nunca, nunca sabes cuándo te puede pasar. Entonces…
Roi: Paco, cuando yo me desmayé, o cuando me iba a desmayar y tenía que decírselo a la enfermera, no me acordaba del verbo «faint», creo que es en inglés. No me acordaba. Entonces, moví un poco mi mano para que entendiese que la cosa no va bien.
Paco: No me encuentro muy bien. Sí, no solo moviste la mano.
Roi: Claro, sí. Es que en ese momento mi inglés era nivel A2, porque mi cuerpo no estaba funcionando al 100% en ese momento.
Paco: Vale, pues para la próxima vez te escribes la palabra en la mano y así ya no se te olvidará.
Roi: Claro, y si me ocurre señalo a la mano y digo «esto, esto me pasa». Bueno, Paco, pues esa es mi historia vergonzosa de hoy. Cuéntame tú una historia vergonzosa o embarazosa que te haya pasado recientemente.
Paco: Vale, pues no tengo una historia así tan reciente como la tuya, porque la tuya está recién salida del horno, de esta mañana precisamente.
Roi: Así es. Es una primicia. Pues bueno, venga, cuéntame, una del último año de los últimos años.
Paco: Sí, se me ocurre una, se me ocurre una. Y es una historia del año pasado: mi primera experiencia en un restaurante japonés.
Roi: Vale.
Paco: No sé si tú has ido alguna vez a algún restaurante japonés.
Roi: No. He pedido alguna vez a domicilio, pero nunca he ido a vivir la experiencia in situ.
Paco: Vale, Roi, pues es posible que después de esta historia no tengas ganas de ir. A menos, a menos que sepas controlar bien los palillos chinos, porque realmente son más difíciles de lo que me pensaba. Entonces, bueno, para seguir con la historia, como te decía, fui con mi pareja y era la primera vez que iba a ese restaurante y, bueno, pues como era la primera vez, entonces nos sentíamos un poquito incómodos o más que nada inseguros por no saber cómo actuar, porque normalmente los que van ahí es porque ya han ido más veces, entonces te puedes sentir un poquito extraño. ¿Cuál fue nuestra estrategia? Pues desde el primer momento mirar las otras mesas a los otros comensales para ver cómo actuaban, como cogían los palillos, etcétera. Bien, pues entonces llegó la camarera, nos dijo qué queríamos, pedimos la comida y estuvimos esperando. No obstante, le dijimos que era nuestra primera vez, entonces, que tendría que ayudarnos. Entonces, ella empezó a hablarnos un poquito en inglés y tal, pero le daba un poquito de vergüenza. Bien, pues llegó el momento de comer, nos trajo los platos y nosotros pensábamos que ella nos iba a explicar cómo utilizar los palillos chinos. Pero no, desapareció. No sé por qué, si le dio vergüenza porque no tenía cierta seguridad con el inglés o qué, pero desapareció. Y nosotros empezamos a abrir los palillos o intentar abrir los palillos. Pero no sabíamos cómo.
Roi: No sabíais ni abrirlos.
Paco: Exacto. Estaban pegados. Eran palillos de madera y estaban pegados. Intentamos romperlos, abrirlos, pero era difícil, era difícil. Y, claro, no quería sacar el móvil porque pues no me gusta coger el móvil cuando estoy en un restaurante. Entonces, ¿qué hicimos? Dijimos: «Es posible que estos palillos sean para principiantes. Entonces, a lo mejor no hay que separarlos».
Roi: Espera. El concepto de palillos para principiantes. Es como que hay diferentes niveles. «Tú eres avanzado, venga, tú llevas el palillo para avanzados».
Paco: No sé, porque a lo mejor los palillos para niños o para principiantes están más unidos o no hay que separarlos totalmente. Entonces, nosotros empezamos a pensar que era así. Rápidamente nos dimos cuenta de que no, de que no, porque era superdifícil coger el sushi o coger todas las cosas que queríamos coger. Y puedo decirte que la situación era bastante desastrosa porque más de la mitad del arroz se caía fuera del plato. O también había un hombre que todo el tiempo nos estaba mirando y creo que quería ayudarnos y explicarnos cómo utilizar los palillos, pero le daba vergüenza. Entonces, todo el tiempo nos estaba mirando. Yo me sentía bastante incómodo, estaba muy rojo. En definitiva, que fue un desastre, un desastre.
Roi: Un desastre. Os hubiera venido bien un tenedor.
Paco: Sí. Lo que pasa que, claro, cuando vas a un restaurante de este tipo quieres vivir la experiencia, quieres comer como comen ellos, con palillos. Entonces, deberíamos haber pedido un tenedor, por supuesto, unos cubiertos, y no lo hicimos. Como consecuencia de utilizar los palillos de una manera tan mala y difícil, luego tuvimos incluso algunas marcas en los dedos, porque se te quedan las marcas porque tienes que hacer mucha fuerza con los dedos para abrir los palillos. Y no están abiertos.
Roi: Yo creo que después de hacer eso os dieron ya los palillos de nivel avanzado, ¿no?, cuando vieron que fuisteis capaces de comer con los palillos sin separarlos, dijeron «Esta gente son expertos. Les gustan los retos».
Paco: Exacto. «Esta gente está en otro nivel porque, al fin y al cabo, lo difícil que es comer sin separar los palillos». Los oyentes que nos estén escuchando y coman, o estén familiarizados con la comida japonesa o asiática, estarán flipándolo ahora.
Roi: Y, de hecho, creo que cuando acabasteis de comer en ese restaurante japonés, ¿era, verdad?, os llamaban «Sensei», «Sensei», que «sensei» esta palabra que usan en japonés.
Paco: ¿Y qué significa?
Roi: Creo que la usan con las personas muy sabias con los maestros. ¿Entonces erais los senseis del sushi, de los palillos?
Paco: No creo, no creo realmente, Roi, porque me imagino que después de que nos fuéramos de ahí se estarían riendo de nosotros, porque todo eso era un follón. Era un follón absoluto.
Roi: Bueno, pues ahora ya habéis aprendido. Ya sabéis que hay que separar los palillos. Así que la próxima vez, Paco, separa los palillos al menos.
Paco: Y que no es tan difícil, solo hay que mirar un tutorial en YouTube de unos 30 segundos.
Roi: Exacto. Y, si no, una idea para ti, llévate un tenedor de casa en una funda, como que vienes preparado en un maletín, lo abres, tienes tu tenedor, tu cuchara, como si fueras una persona muy importante que lleva sus tenedores de casa, no usa los de otros sitios.
Paco: O simplemente, Roi, pues podría ser una alternativa comer con las manos, que en algunas culturas también se ve bien.
Roi: Sí, creo que en la japonesa no, no lo sé, pero supongo que no. Pero bueno, quizá lo más lógico hubiera sido, Paco, pedir un tenedor, ¿no?
Paco: Sí.
Roi: Pero bueno, no lo hiciste y por eso estamos hablando hoy de esta situación vergonzosa. Si lo hubieras hecho, no hubiera tenido gracia.
Paco: Ahí está. Ahí está. Roi, pues vale, creo que tú también tienes otra historia relacionada con la comida o la bebida, en realidad.
Roi: Pues sí, sí que tengo. Tengo dos historias que me ocurrieron hace unos pocos días. Y esto es bueno y es importante porque yo tengo muy poca memoria. Entonces, si me hubieran ocurrido hace unas semanas o unos meses, probablemente me hubiera olvidado. Porque además las historias vergonzosas intentas olvidarte de ellas para no, para no echarte a llorar.
Paco: Es un mecanismo muy muy inteligente por parte del cerebro.
Roi: Vale, pues te pongo en situación, Paco, y a todos los oyentes también. Yo aquí en Chipre, cada semana suelo ir a una reunión con gente de muchos países que se hace en una cafetería y simplemente ahí llegas, hay como 40 o 50 personas, hay una mesa muy larga, te sientas y empiezas a hablar con gente que no conoces de nada y simplemente es para hacer contactos, charlar, conocer gente, hacer amigos, bueno, para pasar el rato. Y al final te tomas un café y hablas durante unas horas con gente. Y, bueno, está genial porque conoces a muchísima gente. Ese es el contexto, ¿vale? Entonces, yo este sábado llegué a la reunión de siempre y al principio es así, un poco incómodo. Bueno, no es incómodo, pero tienes que ver dónde sentarte, ya hay gente sentada, tienes que buscar un sitio para sentarte. También ves el tipo de gente que hay y piensas: «A ver, ¿dónde quiero sentarme? ¿Aquí y allí?». Bueno, tienes que pensar un poquito dónde te vas a sentar al principio. Y tienes que preguntar si hay alguien en la silla porque a veces hay una persona que estaría ahí sentada pero lleva la capa de invisibilidad de Harry Potter y no la ves. Bueno, a veces hay alguien que está sentado en esa silla, pero ha ido al baño o algo y está ocupada la silla, pero la persona está en el baño. Entonces a una chica le pregunté: «Oye, perdona, ¿esta silla está libre?», y la chica me dijo que sí: «Sí, sí. Está libre». Y me preguntó: «¿Tienes novia?». Vale, yo tengo novia, ¿vale?, para, para que la gente lo tenga en cuenta, para que entienda el contexto, esta situación. Yo tengo novia, Rebeca. Entonces, la chica me preguntó: «¿Tienes novia?». Y yo me quedé ahí unos segundos bloqueado y le dije: «No, no, no tengo novia», y me senté.
Paco: ¿Por qué le dijiste que no… estabais peleados en ese momento?
Roi: Qué va, qué va. Era porque yo estaba muy enfocado en ver dónde sentarme y yo, como pregunté sobre la silla y ella me preguntó «¿Tienes novia?», en mi cabeza entendí: «¿Vienes con tu novia?», como que esa persona ya sabía que yo tenía novia, o como tienes una novia aquí presente. No sé cómo explicarlo, pero yo pensé que preguntaba por si necesitaba un sitio extra, por si necesitaba dos sillas. Entonces le dije. «No, no tengo novia». Y ella: «Ah, vale, genial, porque este es el sitio de los solteros». Y entonces me senté y ahí fue cuando dije: «Espera, sí que tengo novia». Y le dije: «No, no, sí que tengo novia». Y ella «Ah», y nos reímos y fue gracioso y quiso echarme de allí, pero dijo. «Tienes que irte», y yo: «Bueno, bueno, tranquila».
Paco: Es interesante. ¿Era una mesa especial solo para solteros? ¿Otra mesa para casados, o qué?
Roi: Creo que estaba bromeando, eh, o sea, creo que estaba bromeando porque…
Paco: Ya sabes que «Entre broma y broma, la verdad asoma». Es un famoso dicho. Entonces, algunas veces las bromas se dicen así.
Roi: Sí. Pues no sé. Al final no hablé mucho con esta chica porque no estaba tan cerca de mí como, como otras. Pero bueno, hablé con varias chicas y no estaban solteras.
Paco: Vale. Pero me estoy riendo porque me estoy acordando de otra situación que también te pasó ahí, ¿no?, y ahora sí con la bebida.
Roi: Vale. El mismo día, eh.
Paco: Fue el mismo día o… ¿Sí?
Roi: Sí, sí, sí. Fue el mismo día.
Paco: …que me estabas explicando algo antes.
Roi: Fue el mismo día y unas horas después. Son pequeñas tonterías, ¿no?, no es nada muy increíble. Pero bueno, yo me pedí un café y me llegó mi café, mi café con leche. Entendamos el contexto: yo estoy en una mesa con cinco personas alrededor, más o menos, personas que no conozco de nada y estamos hablando en inglés (de hecho, estaba hablando con dos alemanas y había una chica polaca también). Entonces, hablábamos en inglés: «Hola, ¿a qué te dedicas? ¿Dónde vives? ¿Te gusta este país? ¿A dónde has viajado?». Bueno, típicas conversaciones sobre diversos temas. Vale, entonces yo estaba tomando mi café mientras hablaba con estas chicas y el café me lo habían servido en un vaso bastante alto… Paco, que veo que ya te estás riendo.
Paco: Ya me estoy riendo porque ya sé lo que va a pasar.
Roi: Claro, porque a Paco ya se lo conté hace un rato. Bueno, entonces, fue una tontería absoluta, pero el vaso era un vaso alto y me dieron una cucharilla muy pequeña y yo no me di cuenta. Entonces, me puse a remover el café, solté la cucharilla y se cayó dentro del vaso. Vale, bueno, a cualquier persona le puede pasar, no es vergonzoso, no pasa nada, o sea, se te cayó la cucharilla dentro del vaso porque era demasiado pequeña. No pasa nada. Lo vergonzoso viene en lo que hice yo después. Cualquier persona normal hubiera pensado bueno, voy bebiendo el café y luego ya cojo la cucharilla cuando esté a mi alcance. Yo no, Paco, yo no, no pienso así.
Paco: No, no eres muy normal.
Roi: No. La verdad es que no, a veces no lo soy. Entonces, cuando ocurrió eso, mi acto reflejo fue meter la mano dentro del café. La cuestión es que el café tenía mucha espuma, era un café de estos espumosos o, bueno, tenía mucha espuma, y yo pensaba que iba a meter un poco un dedo solo y ya iba a coger la cucharilla. Pero claro, la cucharilla estaba muy abajo, más abajo de lo que yo pensaba. Estaba en el fondo del vaso. Entonces yo, sin pensarlo, metí toda la mano en el vaso de café. No cogí la cucharilla porque en la mitad del movimiento ya me di cuenta de que estaba haciendo algo que no debes hacer en público porque es vergonzoso.
Paco: Claro, pero tampoco en casa. ¿En casa haces eso, Roi? ¿Tú tienes el hábito de meter la mano en el vaso o en la taza de café?
Roi: No. Pero si se me cae la cucharilla pues meto la mano, no pasa nada. Si la mano está limpia, meto la mano, la saco y luego me limpio la mano y ya está, no pasa nada. Pero claro, en público sí que queda poco elegante. Y entonces metí la mano. Claro, ya me di cuenta de qué estás haciendo, Roi, acabas de cortocircuitar. Y entonces saqué mi mano del café y la mano la tenía llena de espuma. Intenté limpiarme con la otra mano. Me llené las dos manos de espuma y estaban las dos chicas mirándome con cara de ¿qué estás haciendo, qué acaba de pasar?
Paco: Deberías haberles dicho que ese es un hábito en España. Que, que los españoles normalmente actúan así. De esa manera ya estarías excusado, ya tendrías esa excusa cultural.
Roi: Claro, decirle que es un tipo de ritual que, cuando bebemos café, primero metemos la mano, cogemos la espuma y nos la restregamos por las manos para purificarnos, por ejemplo.
Paco: Y más tarde, después, nos chupamos los dedos. Nos chupamos los dedos. No utilizamos servilletas.
Roi: Exacto, exacto. Y de hecho, no acabó ahí el momento embarazoso, porque yo, cuando tenía mis manos llenas de espuma del café, muy manchadas, pensé: «No pasa nada, Roi. Coge una servilleta y límpiate rápido y quizá no das mucho el cante». No había servilletas en la mesa, no había servilletas. Por suerte, vi al camarero y le dije: «Hola, perdona, ¿puedes traerme una servilleta?». Bueno, no le dije eso, ojalá le hubiera dicho eso porque estábamos hablando en inglés, recordemos que esto no fue en España, y me había olvidado de la palabra «servilleta». No me acordaba de la palabra «servilleta» en inglés. «Napkin», ahora me acuerdo. En ese momento esa palabra no estaba en mi vocabulario. Entonces, yo intenté explicarle al camarero si podía traerme algo para limpiarme, pero estaba un poco nervioso y el tío no me entendía. «¿Pero qué quieres?
Paco: ¿Algo, una toalla, un…? No, bueno, por contexto se podía ver, podía ver que estaba sufriendo. Pero claro, te sentiste un poquito tonto.
Roi: Sí. Este momento sí que fue bastante vergonzoso. Que no pasa nada, soy adulto y me reí, hice un par de bromas con las chicas y ya está. Pero sí que cuando fui luego al baño a limpiarme las manos, iba pensando: «¡Joder, qué momento más vergonzoso!».
Paco: No vuelvas a esas reuniones, eh, la semana que viene o dentro de unas semanas, cuando se vuelvan a celebrar, tú di que estás enfermo porque tienen que olvidarse de ese evento.
Roi: Sí, la verdad es que sí, la verdad es que sí. Pero bueno, no pasó nada. La verdad, después de eso ya no hablé mucho con esas chicas, eh, yo creo que pensaron que era un tío raro.
Paco: Te pusieron en la lista negra.
Roi: Ay, bueno. Pues esas son mis historias vergonzosas, Paco. No tengo muchas más.
Paco: Vale, pues ahora que me has contado esa historia un poquito asquerosa, un poco desagradable, tengo una cortita para ti , para vosotros. ¿Porque tú te acuerdas de que en alguna ocasión te he comentado que yo me mareo en el autobús?
Roi: Pues no lo sabía. Si me lo has comentado en alguna ocasión, no me acordaba, la verdad. ¿Entonces te mareas cuando vas en el autobús?
Paco: Bueno, ahora en realidad la situación es mucho mejor. Pero cuando era niño y adolescente me mareaba muchísimo e incluso vomitaba bastante. Algunas veces, diez minutos después de montarme en el autobús. Creo que era algo un poco psicológico, también. Psicológico, y que vivía en una zona montañosa con bastantes curvas. Entonces no era tan psicológico.
Roi: Yo creo que no era tan psicológico. Si había muchas curvas al final es normal.
Paco: Vale, pues yo estaba en un equipo de fútbol y normalmente pues íbamos a otros pueblos cada dos semanas, porque una semana jugábamos de local y otra semana jugábamos de visitante. Normalmente porque me mareaba y vomitaba, iba solo, nadie, ningún amigo se quería sentar a mi lado.
Roi: Eras «Paco el Vomitón».
Paco: Exacto. Eso es. Pues, vale, entonces ese día en el que me pasó esto, pues fui solo. Y cuando llegué a ese pueblo le dije a mi amigo, a mi mejor amigo: «Mira, Arturo, fíjate, no me he mareado en esta ocasión, no he vomitado. Entonces, si quieres, a la vuelta, cuando volvamos al pueblo, te puedes sentar a mi lado».
Roi: Claro, porque tú también te sentías un poco solo, no hablabas con nadie.
Paco: Claro. Y además yo estaba orgulloso porque, para una vez que no vomito, pues voy a aprovechar este momento y voy a decirle a mi amigo que se siente a mi lado. Vale, pues mi amigo se sentó a mi lado para el viaje de vuelta y desafortunadamente vomité y le vomité en las piernas. Bueno, en mis piernas y también en sus piernas. Fue un poco asqueroso. Y, como puedes imaginarte, esa fue la primera y la última vez que mi amigo se sentó a mi lado. No volvió a sentarse nunca más. Y es normal, lo entiendo, por supuesto: no quieres sentarte al lado de alguien que está vomitando siempre.
Roi: ¿Sigue siendo amigo tuyo este niño o ya dijo: «a este tío no lo quiero cerca»?.
Paco: No, no, no, no, no. Desafortunadamente, no mantenemos el contacto. Y no lo culpo, no lo culpo porque que alguien te vomite encima no es agradable. Pero oye, son historias de niños, de adolescentes. Ahora, como adulto, sé que debería viajar con una bolsa. Debería estar preparado.
Roi: Vale, Paco, pues ahora que has comentado esta historia del vómito, me acabo de acordar de una historia de un compañero de universidad muy, muy vergonzosa también, y relacionada con el vómito. No me ocurrió a mí, pero yo estaba presente. Entonces, un día habíamos salido de fiesta (típico jueves universitario) y al día siguiente volvíamos a casa en coche. Entonces, salimos de fiesta, él también salió de fiesta con sus amigos. Obviamente, en estas épocas se bebía mucho alcohol, mucha fiesta y tal. Y luego, al día siguiente por la mañana, cogimos el coche (yo no conducía, no era mi coche, pero íbamos en un coche de cinco personas, el coche iba lleno) y este amigo iba en el asiento trasero del medio. Imagínate. ¿Ya sabes por dónde van los tiros, no?
Paco: Sí, ya sé, ya sé.
Roi: Estábamos llegando ya a nuestro destino, era una ruta de una hora más o menos hasta llegar a casa, y se empezó a marear, se encontraba un poco mal, pero decía «no, no, estoy bien, no os preocupéis, no, no pasa nada». Pero nosotros ya estábamos mirándolo con cara de ¿no irás a vomitar, no? Y él »no, no, no, no, no os preocupéis». Y, de repente, mientras íbamos conduciendo, empezó a vomitar, Paco. Y lo peor es que, claro, cuando él notó que le venía el vómito… claro, él no podía hacer mucho, la verdad me da un poco de pena; estaba en el medio, entonces, ¿qué podía hacer el chaval? Entonces lo que pensó es «voy a taparme la boca para evitar que el vómito salga». Pero esto creó lo que podemos llamar efecto aspersor.
Paco: Claro, por supuesto.
Roi: Entonces, intentó evitar que el vómito saliese, pero el vómito salió igualmente y manchó a todos.
Paco: Salió en todas direcciones. Como tú dices, el efecto aspersor. Es peor taparse. Es mejor simplemente bajar la cabeza y hacia abajo.
Roi: Claro, hacia abajo, hacia el suelo al menos solo manchas tus pies. Bueno, tú ya lo sabes, Paco, porque tú eres experto en vómitos.
Paco: Tengo experiencia, sí, sí. Tengo experiencia.
Roi: Tienes doctorado en vómitos. Pues esta es la historia. Yo tuve suerte porque estaba en el asiento delantero, entonces me llegó solo un poquito, pero las chicas que iban atrás fue algo terrible. Y fue muy embarazoso, claro, porque al final no éramos todos superamigos, sino que solo éramos compañeros de universidad. Y fue un momento muy embarazoso, ¿no?, vomitarle a otros compañeros encima. No es agradable.
Paco: Fíjate con qué buenas historias estamos acabando hoy, Roi, con dos historias de vómitos. Yo creo que ahora como los estudiantes o los oyentes tengan que prepararse la comida pues van a disfrutar de este pódcast incluso más.
Roi: Sí, la verdad es que no ha sido un final muy agradable, pero el título «Situaciones embarazosas» ya da una pista. Así que no os quejéis de que ha sido muy asqueroso o algo así porque el título ya os avisaba. Esto no son cosas agradables.
Paco: El título del episodio no es «situaciones agradables» o «situaciones maravillosas». No, no, no, «embarazosas».
Roi: Perfecto. Bueno, Paco, pues dejamos aquí el episodio. Ya en el futuro seguro que tendremos más momentos y más historias vergonzosas o embarazosas y podremos hablar de ellas.
Paco: Perfecto. Pues, Roi, un saludo para ti, un saludo para todos. Y nos veremos la semana que viene con más historias raras.
Roi: Cuídate mucho.
Paco: Adiós. Un abrazo. Chao. Chao.
Expresiones
Meter la pata
Por supuesto nosotros los nativos no nos equivocamos entre «embarazoso» y «embarazada». Pero nos equivocamos en otros momentos, metemos la pata y tenemos situaciones embarazosas, situaciones vergonzosas, situaciones…
Significado: cometer un error o una equivocación.
Ejemplo 1: Ayer en la reunión de trabajo, metí la pata al hablar sobre un proyecto que aún no está finalizado.
Ejemplo 2: No le cuentes el secreto a Juan, que es un cotilla y siempre termina metiendo la pata.
Tierra, trágame
Ay, ay, que dices: «tierra, trágame», ¿por qué he tenido que hacer eso?, ¿por qué he tenido que decir eso?
Significado: expresión coloquial que se utiliza cuando alguien se siente avergonzado o incómodo por algo que ha hecho o dicho y desearía que la tierra se abriera para tragárselo y hacerlo desaparecer.
Ejemplo 1: Cuando me di cuenta de que había publicado accidentalmente una foto embarazosa en mi cuenta de redes sociales, solo podía pensar: «tierra, trágame».
Ejemplo 2: Al ver que había enviado el mensaje a la persona equivocada, pensé: «¡tierra, trágame!».
Recién salido/a del horno
Vale, pues no tengo una historia así tan reciente como la tuya, porque la tuya está recién salida del horno, de esta mañana precisamente.
Significado: para indicar que algo es nuevo, fresco o recién hecho. Esta expresión se utiliza especialmente en referencia a noticias, eventos o productos que acaban de suceder o ser lanzados.
Ejemplo 1: El nuevo libro de mi autor favorito acaba de salir al mercado y estoy emocionado de leerlo, ¡está recién salido del horno!
Ejemplo 2: Te aseguro que eres el primero en enterarte, esta noticia está recién salida del horno.
Dar el cante
Y de hecho, no acabó ahí el momento embarazoso, porque yo, cuando tenía mis manos llenas de espuma del café, muy manchadas, pensé: «No pasa nada, Roi. Coge una servilleta y límpiate rápido y quizá no das mucho el cante».
Significado: llamar la atención o hacerse notar de manera exagerada y a menudo de forma ridícula.
Ejemplo 1: Si te pones a silbar tan alto en medio del metro, vas a dar el cante.
Ejemplo 2: El chico que se presentó a la entrevista de trabajo con un traje de color verde estaba dando el cante.
Por dónde van los tiros
Y luego, al día siguiente por la mañana, cogimos el coche (yo no conducía, no era mi coche, pero íbamos en un coche de cinco personas, el coche iba lleno) y este amigo iba en el asiento trasero del medio. Imagínate. ¿Ya sabes por dónde van los tiros, no?
Significado: se utiliza para preguntar o sugerir cuál es la verdadera intención o dirección de algo, especialmente en situaciones que no son del todo claras o que pueden ser confusas.
Ejemplo 1: Con todas las señales y pistas que hemos encontrado, creo que podemos hacernos una idea de por dónde van los tiros en este juego.
Ejemplo 2: No entiendo lo que estás intentando decir, ¿puedes darme una pista de por dónde van los tiros?
Ejercicios
Los ejercicios consisten en un cuestionario interactivo. Haz clic en el botón «Empezar cuestionario» para comenzar. Las preguntas o ejercicios se muestran de uno en uno, por lo que tienes que hacer clic en el botón «Comprobar» y después en el botón «Siguiente» para ver el siguiente ejercicio.
Si ves algún error, experimentas algún problema o tienes cualquier duda o sugerencia, por favor, ponte en contacto con nosotros en: hola@hoyhablamos.com
Siempre entretenido.
Me encantaría poder repetir solo una sección de los ejercicios en lugar de tener que volver a hacerlo todo otra vez. Me gustaría practicar muchas veces las áreas en las que tengo problemas. 🙂
Estamos de acuerdo
Anotamos la idea para ver si podemos implementarla en el futuro. Gracias por la sugerencia. Saludos!